El 4 de junio de 1976 en un teatro de Manchester actuaron los Sex Pistols. Asistieron solo 42 personas. Es una cifra ridícula a nivel cuantitativo pero aquella reducida audiencia, después de ver una revelación que ocurrió justo a unos pocos metros suyos, cambió toda la historia del rock y el pop de las dos generaciones siguientes.
No es lo que otros ven. No es siquiera lo que otros te dicen que tienes que ver. Es lo que tú ves y la emoción que te produce. Probablemente sea necesario que ocurra algo especial para que lo consideres. Es vital para que tú mismo te creas que no debes substituir algo que no tienes por algo que tú crees que es mejor. No es así. Tienes que sentir el aviso de que lo que está pasando es lo que tiene que ocurrir de verdad. He racionalizado hasta la saciedad lo que me conviene y no me conviene. He puesto notas a personas y a cosas e incluso he llegado a hacer valoraciones estúpidas. Todo mal hecho. La próxima vez voy a dejarme llevar por sólo un detalle. Sólo uno. Pero ese detalle seguro que va a cambiar mi vida. Como en aquella ocasión en la que me puse a hablar con ella solamente porque le gustaba una canción.
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