Estar en el paro te da tiempo para muchas cosas. En mi caso, he decidido emplearlo (y por éste riguroso orden) en : mi hijo, chapuzas varias, leer y ver películas que ya había visto. Y me paro en éste último punto para repasar parte de la filmografía de uno de mis directores favoritos: Yasujiro Ozu. Vi por primera vez sus películas cuando era un estudiante en Madrid, allá por el año 96. Tengo que reconocer que, en un primer momento, me dejé llevar por ese halo pedante que arrastra. La verdad es que "molaba" mucho hablar de su cine y de lo guay que era su puesta en escena. Pero no fue hasta unos años después, en la intimidad de mi habitación, cuando descubrí realmente el verdadero significado de su cine. Me quedé asombrado de cómo podía construir historias (en las que todos nos podíamos reconocer) a partir de argumentos aparentemente tan sencillos. En su cine hay familias con problemas. Existen grandes espacios generacionales en blanco. Pero aun así, siempre llama la atención la relación de respeto tan bonita y tan reconocible que existe entre niños y abuelos. Por ejemplo en " Principios de Verano" (1951) los niños le gastan bromas (a veces algo pesadas) a su anciano abuelo pero siempre sin ninguna maldad, como esos que dicen o hacen algo grave y no lo saben. En "Buenos días" (1959) el conflicto se crea a partir de un televisor, cómo el que podría pasar en cualquier casa por culpa de una consola de videojuegos. Aún así, esos niños ya nos adelantan que el momento que han vivido sus abuelos e incluso sus padres ha desaparecido (o va a desaparecer).
Los hijos de éstos niños ahora es gente que no sale de su habitación porque le parece que ya lo tienen todo. Incluso nosotros, muchas veces, hacemos lo mismo. Ya no hay necesidad de entablar relaciones familiares. Las desavenencias que existían entre los personajes de su cine son ahora aun mayores. Es más, en algunos casos, el respeto se ha tornado en un profundo egoísmo. Y nos cabreamos si nuestra conexión de internet no funciona ese día. ¿Que el móvil no tiene cobertura?...vaya,que putada.
A lo mejor, sólo necesitamos abrir una puerta para darle un abrazo a alguien. O quedar para tomar un café y simplemente, no decir nada. O decirle a alguien lo que realmente nos pasa, sin necesidad de encender un pantalla.
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